Puente Romano de Alcántara



Puente de Alcántara


El Puente Romano de Alcántara es, en realidad, El Puente, obra unánimemente admirada y reconocida por todos los viajeros que por él han transitado, cronistas, historiadores, arquitectos, ingenieros, soldados, militares, reyes y los viajeros y gentes de la comarca que transitaban por la antigua vía Norba comunicando las regiones norte y sur del río Tajo por un paraje que, en la época de construcción de la obra, no tenía ninguna población de importancia adyacente al mismo y que no obstante fue sufragado por doce localidades o municipium cercanos al no tratarse de una obra pública promovida por el estado romano.


Esta Obra Maestra de la ingeniería romana fue edificada entre los años 103 y 104 de nuestra era bajo el Emperador hispanorromano Trajano, por el ingeniero Cayo Julio Lacer, tal como rezan las inscripciones en el arco triunfal central y en el templete romano situado en una de sus embocaduras.

El puente, destinado a durar por siempre en los siglos del mundo, lo hizo Lacer, famoso por su divino arte.

La inscripción a pesar de lo que pueda parecer no es en realidad nada pretenciosa, pues tan admirable obra perdura casi dos mil años después, y tan solo ha sufrido daños apreciables por los azares de las guerras y no de la naturaleza, habiendo sido objeto de varias restauraciones a lo largo de su historia para reparar los arcos destruido en acción bélica, siendo la más reseñable la del siglo XIX y muy respetuosa con la obra original, bajo la dirección del Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos D.
Alejandro Millán.

El puente es una magnífica obra de ingeniería, de 58,2 metros de altura y 194 metros de longitud. Consta de seis arcos, de desigual altura, soportados por cinco pilares con sus arranques a diferentes niveles. Estos pilares son sólidas construcciones con grandes sillares almohadillados colocados a soga y tizón, con perfecta regularidad en su composición y con tajamares triangulares en su lado de aguas arriba.

Los arcos situados sobre las pilas son de medio punto, y juntos conforman un tablero con trazado perfectamente horizontal. Sus dimensiones son de 28,8 y 27,4 metros de luz en los dos centrales (los mayores conocidos del mundo romano tras el derruido del puente de Narni en Italia, de 32 metros), y 21,4 metros en los colaterales, y 13,8 metros en los extremos. Esta ligera falta de simetría se debe al irregular terreno sobre el que se asienta la obra, en especial las dos pilas situadas sobre el cauce apoyadas en unas formaciones pizarrosas.

 

Vista del puente desde la margen derecha aguas abajo, con la población amurallada de Alcántara y su monasterio fortaleza en lo alto del cerro

En el centro del puente hay un arco del triunfo dedicado al Emperador Trajano y al que se le añadieron unas almenas y un escudo en la época del Emperador Carlos V para conmemorar su restauración del puente.



Vista del arco del triunfo central desde el estribo derecho, con el templete romano y la población de Alcántara al fondo


Vista del puente desde la margen izquierda, aguas abajo
 

El arco del triunfo central, con las almenas y el escudo añadidos en s. XVI en conmemoración al Emperador Carlos V y la primera reconstrucción del puente por los daños de las guerras medievales
 

Templete romano donde se encuentran las lápidas con las inscripciones restituidas en los siglos XVII y XIX sobre la epigrafía original romana con una dedicatoria al Emperador Trajano y otra en la que aparece el nombre de Cayo Julio Lacer y su autoría de la inmortal Obra
 

Vista de la presa de Alcántara II y la central hidroeléctrica José Mª de Oriol aguas arriba del Puente, a unos 800 metros

Como se puede apreciar en las fotografías actuales y de la época en la que la construcción de la cercana presa de Alcántara II provocó el práctico agostamiento del caudal del Tajo en el tramo afectado por los túneles de desvío, el puente maravilla por su altura y la solidez en su construcción (incluyendo las cimentaciones, que fueron reparadas la primera vez que se dejaron en seco al construirse la presa, como relata D. Emilio M. Arévalo Hernández en su magnífico Blog Las Carreteras de Extremadura).


La pila central en seco durante las obras de la presa de Alcántara, cuando se descubrió una socavación bajo la misma tras casi 19 siglos y que se aprovechó a reparar y consolidar (Fuente: Foto de D. Juan Guerrero de 1969, obtenida de la web El Puente Romano de Alcántara)

No obstante, esta altura sobre el cauce no es casual ni alarde de orgullo vano de Cayo Lacer, sino fruto del profundo conocimiento del régimen hídrico del Tajo en esa zona donde el cauce se estrecha de forma remansada entre dos recodos, pero cuyas aguas en episodios de avenidas se elevaban grandemente  y que solo pudieron ser evitadas a partir de la construcción de la cercana presa. Esta elevación del nivel del agua hasta la base misma de los arcos, como demuestran las fotografías del s. XX, provocó la inusual altura y esbeltez de la obra, poco frecuente en la antigüedad.


Imagen del puente en un episodio de riada del Tajo, llegando el agua hasta la base de los arcos (Fuente: Foto de Eulogio Martín Gil, obtenida de la web cosas de mi Extremadura)

Como la descripción de esta Obra y su interesante Historia sobrepasa la anotación sobre su visita con los alumnos en el viaje de 2015, me permito indicar el enlace a la excelente página sobre el Puente y su Historia http://www.puentealcantara.es/ con numerosas fotografías y anécdotas, además de la entrada disponible en la Wikipedia, de modo que espero os sean interesantes y que os permitan conocer mejor esta gran obra para que, como dijo el insigne Ingeniero y estructurista Carlos Fernández Casado, “nadie construya puentes en España, sin haber pasado por Alcántara”.



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